"Probablemente no exista ningún medicamento que tenga una influencia tan directa sobre la salud que un paseo por la naturaleza". Son palabras del doctor e inmunólogo Qing Li, director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal y autor del libro "El poder del bosque".
Durante millones de años la especie humana ha vivido en contacto directo con la naturaleza, pero en el mundo moderno hemos creado múltiples capas que nos separan de ella. Nuestra salud está pagando el precio de esta desconexión y se le atribuyen efectos que se materializan en síntomas como ansiedad, depresión, estrés, fatiga, insomnio o irritabilidad. Algunos lo definen como "Trastorno por déficit de naturaleza".
La realidad es que el simple contacto con la naturaleza (oliéndola, viéndola, escuchándola, sintiéndola, tocándola o saboreándola) genera un impacto increíblemente positivo sobre nuestra salud.
Seguro que has experimentado cómo un paseo por el bosque o un fin de semana en un entorno natural te hace sentir mejor. Los humanos y humanas tenemos una necesidad biológica de conectar con la naturaleza que hace que nos sintamos cómodos y cómodas cuando nos rodeamos de ella.
Pero... ¿por qué sucede esto? ¿Cuáles son los beneficios reales? Cómo podemos aprovecharlos al máximo?
A continuación explicamos todo lo que necesitas saber sobre los beneficios para la salud del contacto con la naturaleza.
¿QUÉ ENCONTRARÁS EN EL ARTÍCULO?
El médico debe aliarse con la naturaleza ya que ésta hace más de la mitad del trabajo sin pedir nada a cambio
Alfredo Santalla
1. NUESTRA RELACIÓN CON LA NATURALEZA A LO LARGO DE LA EVOLUCIÓN
Durante el 99,9% de nuestra evolución hemos vivido en contacto directo con la naturaleza. Por eso nos sentimos bien cuando la vemos, la escuchamos y la sentimos. Nuestros genes aún la reconocen como nuestro verdadero hogar.
La naturaleza nos ha permitido sobrevivir a lo largo de millones de años. Por eso nuestro cerebro la identifica como positiva para nuestra supervivencia. Por ejemplo, nos gustan los lugares elevados con amplias vistas (ya que permitían a nuestros ancestros encontrar posibles presas o identificar posibles amenazas con facilidad), los lagos, mares y bosques (por la potencial presencia de alimento), los ríos y saltos de agua (que indicaban la presencia de agua no estancada) o los prados de hierba baja en vez de hierba alta (ya que ésta podría ocultar posibles animales peligrosos).
No obstante, en la actualidad vivimos en ciudades, pisos, apartamentos, cemento, asfalto, pantallas y zapatos que nos separan de la naturaleza. Ya hay más gente viviendo en las ciudades que fuera de ellas. Nos hemos convertido en una especie urbana.
Según la ONU, por primera vez en la historia de la humanidad en 2008 había más gente viviendo en las ciudades que en zonas rurales (referencia). En el caso de Europa, el 73% de su población vive en ciudades. En España lo hace ya un 79% (referencia).
El impacto para la salud es importante. Vivir en entornos urbanos está asociado a un incremento del riesgo de sufrir ansiedad, depresión y problemas psicológicos, comparado con vivir en entornos rurales (estudio, estudio, estudio).
También nos hemos convertido en una especie de interiores. Los ciudadanos y ciudadanas europeos pasan de media el 90% de su tiempo en espacios cerrados (referencia).
Y... ¿qué hacemos cuando estamos en interiores?
En general, muchas personas se pasan la mayor parte del tiempo trabajando en oficinas. Y, cuando por fin pueden salir de ellas, es habitual que vayan a hacer deporte al gimnasio, de compras al centro comercial o simplemente vuelven a casa. Sea como sea, nos pasamos buena parte del día en espacios interiores y, además, a menudo mirando una pantalla.
Según la Agencia Estadística Europea, una vez hemos salido del trabajo destinamos entre 2 y 3 horas diarias a mirar pantallas (teléfono, televisión, tableta, ordenador, etc). Si tenemos en cuenta que buena parte de la población trabaja la mayor parte del tiempo delante de un ordenador, estaríamos hablando de que nos podemos pasar hasta 11 horas al día frente a una pantalla.
Esta convivencia constante con la tecnología puede provocar lo que muchos llaman "tecnoestrés" (definición), el cual contribuye a la aprición de síntomas como ansiedad, dolor de cabeza, depresión, fatiga mental, tensión ocular o cervical, insomnio, frustración o irritabilidad.
Nos hemos desconectado de la naturaleza y nuestra salud está pagando el precio.
Incluso, en esta línea, en 2005 Richard Louv acuñó el concepto de "trastorno por déficit de naturaleza" en su libro “Los últimos niños en el bosque: salvemos a nuestros hijos del Trastorno por déficit de naturaleza”.
2. CONTACTO CON LA NATURALEZA Y SALUD
Durante miles de años médicos y filósofos no disponían de estudios científicos, pero aplicando el sentido común recomendaban a la gente que vivía en las ciudades ir a la naturaleza. Intuían que la vida urbana contribuía a la enfermedad, mientras que la naturaleza la curaba.
Actualmente existen innumerables estudios que demuestran una asociación clara entre el contacto con la naturaleza y la salud. A continuación revisamos algunos de ellos.
- En 1984 el doctor Ulrich fue uno de los primeros en darse cuenta del poder curativo de la naturaleza. Comprobó que pacientes en habitaciones con ventanas con vistas a árboles se recuperaban antes que aquellos con vistas interiores. Además, éstos necesitaban menos analgésicos y se deprimían con menos frecuencia (estudio, estudio).
- Incluso se ha constatado un impacto positivo poniendo imágenes de naturaleza en habitaciones de hospital. Con el simple hecho de colgar estas imágenes en la pared se reduce el dolor reportado y se mejora la recuperación de los pacientes (estudio, estudio).
- En las cárceles, los presos y presas que viven en celdas con vistas a entornos naturales visitan menos la enfermería que los/las que tienen vistas interiores (estudio).
- Alumnos/as de aulas con vistas a la naturaleza tienen un mejor desarrollo cognitivo (estudio) y sacan mejores notas (estudio).
- En el año 2002 una plaga de cucarachas mató unos 100 millones de árboles en una amplia región de Chicago. Años más tarde se demostró una asociación directa entre la desaparición de estos árboles y el aumento de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y respiratorias (estudio) por parte de los vecinos y vecinas de la región. Los estados donde más árboles habían desaparecido tenían más mortalidad.
- Un estudio con 10000 daneses encontró que los que vivían a más de 1 km de zonas forestales tenían un 42% más probabilidad de reportar estrés y sufrir enfermedad (incluida enfermedad cardiovascular y cáncer). Podríamos pensar que la causa podía ser debida a que personas con un mayor poder adquisitivo pueden vivir en urbanizaciones o casas con más presencia de zonas verdes y que, por tanto, el nivel socioeconómico explicaría esta correlación. Pero los resultados se mantenían incluso controlando esta variable.
- En la misma línea, este estudio mostraba menos prevalencia de depresión y ansiedad cuando se vive a menos de 1km de una zona verde, aislando variables económicas. Esta tendencia era más marcada en niños y niñas.
- Jóvenes y niños/as diagnosticados/as con trastorno por déficit de atención que reciben clases en un entorno natural mejoran en aprendizaje y reducen la impulsividad, comparado con si lo hacen en entornos urbanos (estudio).
- En niños y niñas, vivir cerca de la naturaleza (en entornos rurales o cerca de zonas verdes) aumenta la capacidad de afrontar fenómenos estresantes de su día a día (estudio), mientras que los y las que viven lejos de la naturaleza reportan peor salud (estudio).
- Pasar tiempo en el exterior no sólo hace que los niños y niñas sean más inteligentes, sino que también beneficia a su comportamiento, habilidades sociales, salud, bienestar, resistencia y confianza (estudio).
- En barrios marginales, se reportan menos tasas de violencia en las zonas donde hay más árboles (estudio).
- Se cometen menos crímenes en áreas donde abundan árboles y espacios verdes, incluso cuando se trata de zonas con un alto nivel de pobreza (estudio).
- Las personas que viven donde hay más árboles y más pájaros sufren menos estrés y menos depresión (estudio).
- En este estudio se vio que los residentes de Londres que vivían en las calles con más árboles recibían menos prescripciones médicas. Resultados similares se han dado en Holanda (estudio) y en Estados Unidos (estudio).
- Según este estudio, disponer de 10 o más árboles en tu calle implica una mejora de bienestar equivalente al de un aumento de sueldo de 10.000 dólares por año o ser 7 años más joven. Y en la misma línea, este otro concluyó que con 11 árboles más se reducía la prevalencia de enfermedades cardiometabólicas (hipertensión, diabetes y obesidad) y se producían efectos comparables a recibir un aumento de sueldo de 20.000 dólares o ser 14 años más joven.
- Poner plantas en las oficinas o fábricas reduce el estrés, aumenta la productividad y reduce las bajas por enfermedad (estudio, estudio, estudio, estudio).
- Las personas que pasan más tiempo en exteriores tienen una mejor imagen corporal y se sienten mejor respecto a sí mismas comparado con las que pasan el mismo tiempo en interiores (en casa o en la oficina) (estudio).
3. BENEFICIOS PARA LA SALUD DEL CONTACTO CON LA NATURALEZA
Actualmente, la evidencia científica sobre los efectos para la salud del contacto con la naturaleza es amplia. A continuación revisamos sus principales beneficios:
Estas células son un tipo de glóbulos blancos (es decir, los defensores de nuestro cuerpo) capaces de matar células invasoras o no deseadas (desde un virus hasta células tumorales). Se ha visto que personas con una mayor actividad de las células NK muestran menor incidencia de enfermedades como el cáncer.
Según investigaciones llevadas a cabo por el doctor Qing Li, después de un fin de semana en el bosque el número de células NK aumenta un 50,2% y su actividad un 52,6%. Además, la presencia de proteínas anticancerígenas como la granulisina aumenta en un 48%, la granzima A en un 39% y la perforina en un 28%. Pero lo más sorprendente es que este efecto dura durante un mes.
4. ¿POR QUÉ EL CONTACTO CON LA NATURALEZA ES CURATIVO?
Una de las mejores maneras de explicar el poder curativo de la naturaleza es a través de nuestros 5 sentidos: olfato, gusto, oído, vista y tacto. Los revisamos a continuación.
# 1. Olfato: olores de naturaleza
El aire del bosque está lleno de fitoncidas, los aceites vegetales de las plantas. Estos forman parte de su sistema de defensa para protegerse de bacterias, insectos y hongos.
Muchas investigaciones han demostrado que el simple contacto con estas fitoncidas, incluso a través de la vaporización de aceites esenciales de árboles, está relacionado con una mejora de la salud en general, reportando beneficios muy similares a los comentados en el apartado anterior: aumento significativo del número y actividad de las células NK, reducción de los niveles de cortisol, aumento de las horas de sueño, disminución de la tensión arterial y la frecuencia caríaca o la anulación del sistema nervioso simpático y activación del parasimpático (estudio, estudio, estudio, estudio).
Incluso un estudio del Departamento de psiquiatría de la Universidad de Mie (Japón) demostró que la fragancia cítrica de D-limoneno es más efectiva que los antidepresivos para potenciar el buen humor y asegurar el bienestar emocional en pacientes con trastornos mentales.
En este otro studio, el departamento de urgencias del centro médico de la Universidad de Vanderbilt, donde se sufría bastante estrés, dos enfermeras vaporizaron aceites esenciales por la zona de trabajo. Después de hacerlo, el nivel de estrés que reportaban los trabajadores y trabajadoras bajó del 41% al 3%, y los niveles de energía reportados aumentaron del 33% al 77%.
¡Ya quisieran las empresas farmacéuticas disponer de una pastilla con estos resultados!
# 2. Del olfato al gusto: olor y sabor a naturaleza
Existe una bacteria inocua en el suelo que podemos respirar o, incluso, tragarnos (cuando nos "enfangamos" la cara, nos ensuciamos con tierra las manos o cuando comemos una verdura arrancada directamente del suelo): la Mycobacterioum vaccae.
Esta bacteria también tiene su olor. Es el olor a tierra que da un sabor "terrón", por ejemplo a las remolachas o a las zanahorias.
El olor es más intenso cuando llueve, sobre todo si lo hace por primera vez después de tiempo. Al entrar en contacto con el agua, la bacteria libera sustancias químicas con el olor característico de suelo mojado.
Evolutivamente hablando, es posible que este olor ayudara a nuestros ancestros a encontrar alimento, especialmente después de una larga sequía. Además, cuando lleva mucho tiempo sin llover, los aceites de las plantas y árboles se acumulan en el suelo y rocas. Cuando llueve, el agua libera estos aceites retenidos e inunda el aire con su fragancia.
Por otra parte, la oncóloga Mary O'Brien descubrió que la inyección de esta bacteria a sus pacientes les hacía mejorar significativamente la calidad de vida, manifestando mayor positividad y niveles de energía, así como reportando un mejor funcionamiento cognitivo (estudio).
Años después se comprobó como el tratamiento de inmunoterapia con esta bacteria mejoraba el cura de la tuberculosis (estudio, estudio, estudio).
También se demostró que la inyección de las bacterias en ratones produce un aumento de la producción de serotonina (estudio), un neurotransmisor cuya falta está asociada a síntomas de depresión.
En otros estudios con ratones se ha visto que tiene los mismos efectos que los antidepresivos para combatir el estrés (estudio, estudio), mejora la respuesta inmune frente infecciones (estudio) e, incluso, presenta un papel protector contra enfermedades neurodegenearatives, inflamación y disfunción cognitiva (estudio).
En 2007, el neurocientífico Lowry demostró que comer esta bacteria (por ejemplo a través de los vegetales), o bien respirándola (a través del aire), tiene los mismos beneficios que inyectándola (estudio).
# 3. Vista: colores de naturaleza
A menudo la luz que más solemos ver en el mundo moderno es artificial. Proviene de las pantallas y de las bombillas, tanto de día como de noche. Además, cada vez son más comunes las tonalidades grises típicas de ciudades. Pero... ¿es esto lo que nuestros ojos realmente esperan?
Aplicando técnicas de resonancia magnética se ha comprobado que ver paisajes de naturaleza o de ciudad activa zonas diferentes del cerebro (estudio, estudio).
En concreto, los paisajes naturales, en comparación con paisajes urbanos, activan zonas del cerebro ricas en receptores opioides, con efectos similares a una especie de morfina que reduce el dolor y produce sensación de bienestar, pero sin los efectos secundarios de los medicamentos (estudio).
Por otra parte, ver imágenes de naturaleza reduce el cortisol, los niveles de estrés, la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca, incrementa las emociones positivas y activa el sistema nervioso autónomo induciendo la relajación (estudio).
En concreto, los colores que más nos relajan son el verde y el azul. Probablemente la razón sea evolutiva, ya que estos significaban que las probabilidades de encontrar agua y comida aumentaban. Por el contrario, los colores grises (típicos de ciudad) nos ponen más de mal humor y agresivos.
Como curiosidad, Richard Taylor descubrió que estamos programados para responder a fractales como los que se encuentran en la naturaleza (estudio). Un fractal es un patrón natural geométrico muy característico que a menudo encontramos en la naturaleza (simetrías en una colmena, espirales de un caracol, la forma de un copo de nieve a nivel microscópico, la geometría de las hojas, etc.). Taylor comprobó que mirar este tipo de patrones naturales puede reducir el estrés hasta un 60% (estudio).
#4. Oído: sonidos de naturaleza
Está ampliamente comprobado que los sonidos de la naturaleza reducen el estrés y reportan bienestar, mientras que los artificiales y de ciudad hacen justo lo contrario (estudio, estudio, estudio, estudio, estudio, estudio).
Además, somos más sensibles a una gama concreta de frecuencias que curiosamente coincide con la del canto de los pájaros. Por eso escucharlos nos evoca una agradable melodía.
Este otro estudio demostraba que cuando los y las participantes escuchaban ruidos artificiales centraban la atención hacia el interior, asociándose con aburrimiento y pensamientos obsesivos. Mientras que cuando escuchaban sonidos de naturaleza dirigían la atención hacia el exterior, reduciendo la actividad del sistema nervioso simpático y aumentando la del parasimpático, induciendo así a la relajación.
Incluso cuando miramos un bosque a través de una pantalla de ordenador, acompañando la proyección con sonidos de naturaleza, se observa un efecto recuperador y reduce más los niveles de estrés respecto cuando se emiten sólo las imágenes sin sonido (estudio).
Con los niveles tan abundantes de ruido artificial presentes en nuestras vidas, la mayoría de personas no tiene la oportunidad de disfrutar de los efectos restauradores de la paz y la tranquilidad de la naturaleza.
Según el doctor Qing Li, "el silencio en la naturaleza no significa un silencio total. Cuando eliminamos el ruido humano tenemos la oportunidad de escuchar sonidos que sólo la naturaleza nos puede regalar".
Los sonidos de naturaleza que más nos suelen gustar son los del agua, el viento suave y por supuesto el canto de los pájaros.
#5. Tacto: contacto directo con la naturaleza y "earthing"
Queda mucho por estudiar, pero parece que el contacto directo de nuestra piel con la naturaleza facilita un intercambio de electrones con efectos curativos.
A lo largo de nuestra evolución siempre hemos estado en contacto directo con la naturaleza, habitualmente a través de nuestros pies descalzos. Incluso cuando llevábamos calzado, éste estaba hecho con piel de animal o derivados vegetales, material que conduce los electrones y, por tanto, mantenía la conexión eléctrica con la Tierra.
No obstante, en el mundo moderno nos hemos desconectado de esta "puesta a tierra natural". No sólo los bloques de edificios y el asfalto nos han separado de la Tierra, sino que cuando salimos al exterior nos protegemos los pies con zapatos fabricados con suelas de goma, desconectándonos aún más de ella.
Una acción tan sencilla como quitarnos los zapatos y caminar o estar descalzo en la naturaleza puede tener un efecto realmente reparador.
Pero, ¿qué es y cómo funciona esta conexión?
Earthing o conexión con la Tierra
El efecto de conectarnos a la Tierra, literalmente, es un concepto conocido con el nombre de "Earthing".
En su libro publicado en 2010 “Earthing: The Most Important Health Discovery Ever?”, Clinton Ober ya apuntaba a que muchas de las enfermedades del mundo moderno se podían mejorar a través de esta conexión. Si te interesa, aquí tienes la versión en español del libro:
La explicación científica estaría en la carga negativa presente en la superficie de la Tierra, una verdadera fuente inagotable de electrones que nosotros "absorveríamos" al estar en contacto directo con ella. Éstos nos ayudarían a neutralizar los radicales libres como si se tratara de un auténtico antioxidante (estudio, estudio). En este sentido, en el año 2014 incluso se pudo medir empíricamente este intercambio de electrones entre el cuerpo humano y el suelo (estudio).
A continuación citamos algunos estudios publicados que demostrarían el efecto positivo del Earthing:
CONCLUSIONES
Hemos evolucionado durante millones de años en un entorno que ya no existe. El asfalto y el cemento han sustituido los árboles y la naturaleza, hemos cambiado el sonido de las aves por el ruido de los coches, la luz del sol por la luz artificial, el aire puro por el aire contaminado y el contacto con la naturaleza por el contacto con sillas y baldosas. Esta desconexión tiene efectos negativos directos sobre nuestra salud.
Por eso hay que reconectar con la naturaleza. El simple contacto con ella, el tiempo que puedas y de la manera que puedas, tendrá un efecto curativo de insospechada importancia.
Puedes pasear por la naturaleza, hacer una escapada de fin de semana en un entorno rural, caminar descalzo/a un rato por un parque cercano a casa, contemplar un paisaje verde aunque sea durante 10 minutos, escuchar el canto de los pájaros por la mañana, pasear a tu mascota al aire libre o, incluso, tocar con las manos algún árbol de camino al coche. Son ejemplos de acciones sencillas que nos acercan a la naturaleza y que generarán un impacto positivo sobre nuestra salud.
Otra forma de disfrutar y conectar con la naturaleza es a través de los llamados "baños de bosque". Hablaremos de ellos en un próximo post.
El contacto con la naturaleza, junto con actividad física y movimiento diario, una buena alimentación y un descanso profundo y reparador, son 4 de los pilares básicos para una vida saludable.
Además, la naturaleza es gratis y sin efectos secundarios.
Así pues, ¿a qué esperas para salir a disfrutar y beneficiarte de ella? 😉
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