En este post compartimos un breve cuento para invitarte a reflexionar.
Espero que te guste 🙂
¿QUÉ ENCONTRARÁS EN EL ARTÍCULO?
Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito
Lao Tse
EL CUENTO DE LA VACA Y EL MAESTRO SAMURAI
Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre: una casita en medio del campo. Decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias.
Al llegar, constató la pobreza del lugar. Los habitantes, una pareja, dos hijas y un hijo, estaban vestidos y vestidas con ropas sucias, rasgadas y sin calzado. La casa era poco más que un cobertizo de madera.
El maestro se aproximó a la pareja y preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni tampoco puntos de comercio, ¿cómo hacen para sobrevivir? La pareja respondió: “Amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina y, con la otra, parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo”.
El maestro agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue.
A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empújala por el barranco”.
El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella família. El maestro permaneció en silencio y el discípulo, cabizbajo, fue a cumplir la orden.
Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquél joven durante muchos años.
Agobiado por la culpa, un bello día el jóven decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarles.
Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por una pareja muy simpática.
El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos años. La pareja respondió que seguía viviendo allí. Incrédulo, el joven confirmó que era la misma família que visitó con su maestro.
Elogió el lugar y preguntó a la pareja: “¿Cómo hicieron para mejorar este lugar y cambiar de vida?”.
La pareja le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora”.
REFLEXIÓN
Dejando de lado el triste final de la vaca, el cuento es una buena manera de reflexionar sobre aquéllo que quizás debamos soltar.
En nuestra vida solemos tener cosas que nos proporcionan algún beneficio, seguridad o placer, pero que a la larga nos hacen ser dependientes, física o emocionalmente. Además, no nos permiten ver más allá.
Estas cosas, o "vacas", pueden ser un alimento, un hábito poco saludable, una persona, una relación, un trabajo, una casa, un comportamiento, un pensamiento, una creencia o una emoción.
A menudo estas "vacas" hacen que nos acomodemos en nuestra zona de confort, nos estanquemos, aceptemos una situación que no nos beneficia y nos conformemos. En estos casos, ser capaz de identificarlas y soltarlas o dejarlas ir es la vía para avanzar en nuestra vida y mejorar nuestra salud.
¿Y tú? ¿Tienes alguna "vaca" en tu vida?
Cúentamelo en comentarios 😉
SALUT i NATURA!
Ayudamos a las personas en su camino hacia una vida saludable a través del poder transformador de los factores naturales de salud. [Más sobre mi]